miércoles, 21 de agosto de 2013

La culpa fue del patchwork

A principios de otoño del año pasado me apunté a un intensivo de patchwork en el que hicimos un bloque que pretendía convertirse en un cojín. Aún no lo he terminado, es decir, me falta acabar de completar el cojín.
El bloque y las piezas de tela para hacer el cojín

Me gustó mucho el curso y, sobre todo, me gustó mucho la profesora así que, cuando vi que había otro monográfico que se llamaba algo así como "Regalos de Navidad con patchwork" me apunté sin dudarlo. Y ahí fue donde me enganché a la costura.

El patchwork a mano me había parecido precioso, relajante, casi mágico el ver cómo va cambiando el dibujo cuando vas uniendo trocitos (a pesar de que ya los habías planeado de antemano)... y muy leeento. En el monográfico de regalos hicimos patchwork a máquina y, en el mismo tiempo en el que yo no había acabado mi bloque apenas un par de meses antes, me dio tiempo a acabar una funda para una agenda y un neceser (con su guata, su forro y su cremallera) ¡sin haber tocado una máquina de coser en toda mi vida anterior!
El neceser
La funda por dentro
La funda por fuera

Y volví a casa entusiasmada. Tan entusiasmada que esa misma tarde fuimos y compramos una máquina de coser.

Desde entonces he hecho algunas cositas sueltas (como un montón de neceseres para las navidades del año pasado de los que no tengo fotos o un pantalón para mi niña) y este verano, aprovechando las vacaciones, estoy cogiendo mucho más ritmo.

¡Esperemos que me dure!

No hay comentarios:

Publicar un comentario